Escuchar a quienes detentan el oficio de escribir corta esa distancia inmaculada que suele intimidar a quienes aspiramos a crecer en la tarea.

Una entrevista breve a Fabián Casas (argentino escritor de poesía, relatos, ensayos y una novela breve) que achica un poco el abismo:


¿En qué momento sentiste que ibas a convertirte en un escritor?
La tarde en que entré al dormitorio de mis viejos –era grande y amplio y tenía una mesa delante de la cama matrimonial- y escribí en un cuaderno una historia que titulé “Pomelo”. Lo hice como un juego más –tenía 11 años.

¿Qué influencia tuvo tu familia en tu formación literaria?
Mi familia es la primera narración. Pasé largas tardes en un costado de la cocina familiar escuchando a mis tías cacareando con mi vieja increíbles historias, no ya de realismo mágico pero sí de Realismo Márcico. Mi abuela –que parecía un líder en el exilio- les mandaba cartas extrañas que ellas citaban y contestaban dictándolas en voz altas. Sí, mis tías me llamaban “María”. Decían: “Ojo que María está escuchando”.

A partir de tus múltiples oficios –narrador, poeta, periodista- ¿qué diferencias y qué similitudes formales ves en la materialidad de tu escritura?
Yo sólo escribo poesía. La respiración del texto hace que sea a veces prosa o poema en versos. El periodismo es un oficio que rara vez se cruza con la poesía. El periodismo no puede convivir con el misterio. Wittgenstein decía en su Tratactus que frente a lo que no se puede hablar mejor callarse la boca. El periodismo no soporta ese silencio. Habla, habla, habla.

¿Tenés un plan definido antes de comenzar a trabajar en un texto literario o te dejás llevar?
Sí, tengo un plan. Que invariablemente fracasa. Y entonces en vez de escribir yo, dejo que me escriban las situaciones. Hay que tener los pies bien puestos en la tabla de surf. Si no te vas a la mierda.


El texto original pertenece a Elinterpretador.net (página extinguida). Está disponible ésta y otras entrevistas a Fabián Casas en El Puercoespín

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