Con todo lo visionaria que es la novela 1984 de George Orwel -que imagina un régimen autoritario con policía omnipresente, pantallas de vigilancia en todas las casas y tergiversación de las noticias a favor del gobierno- desarrolla incluso una tendencia hacia la supresión de palabras que hoy parece estar de moda.

La novela de ciencia ficción, escrita por Orwel en 1948, plantea la creación de una neohabla (o newspeak en la versión original) que pretende achicar el lenguaje para limitar el pensamiento.

En 1984 el protagonista escribe un diario, fuera del alcance de la pantalla vigilante.
/ Fotograma de la película

Como en la Oceania del Gran Hermano, en el castellano actual algunas palabras devoraron el significado de otras. Miguel A. Román reflexionó sobre ello e hizo una lista de términos «repetitivos, machacones y petrificados» que dañan «la diversidad de matices y sentidos que es patrimonio de nuestros hablantes». Porque, se sabe, los sinónimos no son idénticos en significado.

Los vocablos de moda, utilizados sin mesura en la prensa, son:

Provocar, que intenta ocupar el lugar de inducir, estimular, generar, causar, producir, promover, ocasionar, crear, suscitar, fomentar, originar, etcétera.

Inmensa mayoría, que «sustituye sin mejor criterio a ‘la mayor parte’, ‘gran parte’, ‘la generalidad’, ‘los más’, ‘la gran/ingente/enorme/abrumadora mayoría’, o, simplemente, ‘la mayoría’ sin cuantificadores ni pleonasmos grandilocuentes», aclaró Román.

Contemplar, verbo que es utilizado para referirse a todo acto de prever, considerar, reflexionar, pensar, discurrir, meditar, suponer, atender, estimar, contener, valorar, entre otros.

Arrancar, para reemplazar las acciones de comenzar, empezar, iniciar, nacer, abrir, dar comienzo/inicio, poner en marcha, entablar, originar, activar, etcétera.

Y el último término que menciona el autor es parón, que sobre todo en la prensa española viene a borrar términos como parada, detención, pausa, alto, descanso, interrupción, suspensión, paro, paréntesis, inciso y otros.

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