Guía definitiva para vencer la vergüenza de mostrar tus escritos

Existe un punto de quiebre en la vida de toda persona que ama crear con palabras. Es ese momento en el cual uno se atreve a mostrar sus escritos.

Ese instante, lo que uno siente y lo que nuestro lector dice (o lo que uno entiende que dice) nos marcan a fuego. Puede ese acto determinar incluso si nosotros continuaremos remando en el mar de la escritura o nos dedicaremos definitivamente a hacer cosas más importantes que juntar palabras estúpidas.

Cualquier persona algo despierta puede saber o intuir la importancia de ese momento.

Y estoy convencida de que la elección que hacemos de nuestro primer lector está en sintonía con esa idea. Así elijamos a una persona que nos aliente o a una que nos desampare ante nuestra obra, estaremos buscando lo que necesitamos.

Escribir poesía es sanador

«Creo que todo ser humano debe dedicarse a escribir poesía media hora al día, sin preocuparse de si lo que escribe es bueno o malo, si va a tener éxito comercial o no.
La poesía ha de ser una constante en la vida para depurar el ego». 


Alejandro Jodorowsky, en Psicomagia.

Sentate a escribir

Ponete a escribir, me ordena Evan Ocáterli y me pregunto desde cuándo es la hermana menor quien le dice a la mayor qué hacer. Evan sabe que tomar una lapicera o un teclado para volcarse puede causar un placer inigualable.

Pero reconozco que siempre hay un pero para dedicarle unos minutos a la tarea, por eso hoy sigo el cosejo de mi hermana. Me siento a unir palabras para el blog y me detengo a mitad de frase, insegura. ¿Le servirá esto a alguien?